La autonomía se compone de varios aspectos, algunos de los cuales podemos ligar al trabajo del aula de clases y se refiere no tan sólo a la capacidad de los niños de realizar estas actividades, sino también a la efectividad de ellas acorde a su etapa de desarrollo. A continuación compartimos con ustedes las áreas que este proceso considera y su relación con el ámbito académico.
Organización y Gestión del tiempo:
Esta hace referencia a la capacidad de organizar horarios, tareas, pruebas, tiempo en familia y tiempo libre.
Existen múltiples estrategias para potenciar estas habilidades, de manera que sean más atractivas en la ejecución, tales como el uso de planificadores mensuales y semanales. La realización de un horario que grafique de manera lúdica cómo se compone un día.
Otro aspecto importante, son la adquisición de hábitos y estrategias de estudio. Es importante estudiar con intervalos de tiempo,y para ello hay muchas técnicas, pero la más común es el Método Pomodoro. Esto se trata de bloques de 25 minutos de estudio y 15 minutos de descanso como máximo, para poder esturar las piernas, tomar agua, ir al baño, caminar y relajarse.
Organización de su espacio personal:
Dentro de este ámbito encontramos desde la elección de su vestimenta, hasta el orden de su pieza, juguetes, etc.
Ahora bien, en relación a la organización del espacio de estudio, se recomienda eliminar objetos de distracción (juguetes, celulares, televisión, etc.) y diferenciar los espacios de estudio de los de ocio.
Se propone además que:
Adaptación a los diversos contextos:
Esto quiere decir, que los niños y niñas logren replicar los hábitos y estrategias aprendidas a los diversos contextos, esto desde los procesos de autonomía como higiene, vestimenta, alimentación, etc., hasta los relativos al ámbito académico propiamente tal.
Rutinas Compartidas:
Como parte del proceso de autonomía, es importante expandir las labores o tareas en las cuales involucramos a los niños, por lo tanto, es primordial que en su horario y como actividad familiar, pueda participar en las tareas y rutinas del hogar, por ejemplo hacer su cama, pasear al perro, poner la mesa, regar las plantas, etc. Esto promueve no tan solo la autonomía, sino que la responsabilidad y el sentido de pertenencia en los niños y niñas.
Juego:
Se deben establecer espacios de juego, tanto juego solitario como colaborativo. El objetivo es propiciar el aprendizaje de habilidades de interacción social por una parte, así como habilidades propias del juego y de juegos en particular tales como, el juego simbólico y desarrollo de la imaginación y creatividad, la comprensión y seguimiento de instrucciones, respeto de turnos, tolerancia a la frustración, reconocimiento y expresión emocional, confianza en sí mismo, motricidad, el área sensorial, etc.
Para promover adecuadamente el desarrollo de los ámbitos señalados con anterioridad, se debe realizar un trabajo sistemático, constante y de apoyo a los niños y las niñas. Se debe supervisar las tareas, cerciorándose de pedirlas una a una, ir chequeando el cumplimiento de ellas y reforzar positivamente el logro de las mismas. Lo anterior tiene como finalidad realizar un proceso de práctica y luego ir reduciendo poco a poco los apoyos, de manera que tanto el niño o la niña evidencien la adquisición completa de las habilidades.
Se sugiere plantear las cosas en positivo, por ejemplo pedir “si haces la tarea, jugaremos más tarde” v/s “si no haces la tarea, no jugaremos”. Esto propiciará una recepción positiva de parte de los niños hacia las solicitud.
Para finalizar, el dar la oportunidad al niño o niña de que desarrollen por sí mismos estas acciones, permite también el aumento de estrategias para la resolución de conflictos y la tolerancia a la frustración. Esto comprendiendo que no se trata de “abandonar” al niño o niña en su experiencia, sino que trabajar en conjunto para encontrar soluciones a los problemas, no satisfaciendo de manera inmediata, ni resolviendo los problemas por ellos, ya que esto los priva del proceso de desarrollo de estas habilidades.
Esto puede verse reflejado en el permitir que nuestro hijos enfrenten situaciones desafiantes como una prueba pedagógica completamente solos. Lo cual demanda dejar de lado nuestros propios temores de que fracasen o se vean expuestos. Sin duda como padres es algo que genera múltiples sensaciones y emociones, pero que a la larga el dar ese espacio, ayuda a que nuestros hijos aprendan, se desafíen a sí mismos y adquieran estrategias propias que les permitan enfrentar en este caso una evaluación, pero que con la evolución de las mimas, puedan hacer frente a otros problemas o dificultades que se presenten en sus vidas cotidianas.